Vida, color y fuerza: la pintura de los hermanos Muenala,

el retorno a lo posible.

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Por: Alex Schlenker

 

La espiral andina, conocida como el churo, es una forma sagrada en la que convergen el infinito y la totalidad. En su centro más profundo, y prácticamente inasible, se cruzan múltiples aspectos de la vida misma. Ahí, en medio de sus milenarios flujos conviven momentáneamente, anudados en un frágil tejido de sentidos, todos los tiempos del universo, el antes, el ahora, el mañana. Al churo no llega cualquiera, sus senderos resquebrajados y en parte negados y olvidados por la modernidad capitalista de occidente se presentan como un misterio, como una puerta que no se abrirá a la razón, sino al corazón; o como diría el pensador Patricio Guerrero "para llegar hace falta co∙razonar", una estrategia que entreteje, memoria, resistencia y el retorno a lo propio.

 

Los hermanos Inty y Yauri Muenala asumen con esta muestra ese inmenso desafío por reconstruir con la cromática y las composiciones de sus pinturas los puentes hacia estos senderos a ser redescubiertos desde la sensibilidad que los atraviesa como artistas. Sus pinturas conforman un mágico recorrido por importantes aspectos del mundo andino. Para ello la dupla de hermanos se apoya inicialmente en el poder vital que da la naturaleza para luego nutrir sus miradas con la fuerza de lo comunitario; sus trazos, sus colores y formas remiten a las raíces de la vida compartida con los taitas y las mamas, los sabios, los hermanos y hermanas, los ancianos y los más jóvenes. Las obras de Inty y Yauri no son solo de ellos, pertenecen a la comunidad que los vio nacer y a aquellos que los acogen en sus viajes. Ellos crean desde y para la comunidad de los runas, los hombres.

 

Cuando los hermanos Muenala pintan, convocan al cosmos para juntar lo que la depredación de la modernidad ha intentado separar y fragmentar. Hombres y mujeres reducidos a individuos se reencuentran como comunidad que desde lo colectivo restituye el sentido de las raíces, de la minga, de la coexistencia armoniosa entre entre el día y la noche, la paridad entre hombres y mujeres; entre los vivos y aquellos que nos precedieron en ese largo viaje. Esta muestra detona así las enormes posibilidades para conectar desde la dualidad -como elemento esencial y sagrado de la vida- y de manera armoniosa, el mundo de lo real con el mundo de los sueños.

 

El uso de símbolos de la cosmovisión andina se complementa con el dominio de flujos de color que nos sensibilizan. Las formas cromáticas surgen entonces en la estela que sobre el lienzo dejan el jaguar, el cóndor, el águila; un llamado profundo que combina la memoria ancestral sobre el pasado con la reafirmación política desde el presente. Un acto de resistencia y re-existencia en el que los hermanos no pintan desde la nostalgia de un pasado doloroso, sino en el que crean desde las posibilidades que brinda el recuerdo sensible y crítico para (re)construir el sentido de la vida.

 

Así como la vida se manifiesta en ciclos naturales, esta muestra es la cosecha de aquello que Inty y Yauri han sembrado. Como quien trabaja la tierra, sembrando el maíz sagrado, las pinturas de esta muestra nos traen la fuerza de lo ritual como expresión de una instancia espiritual que nos recorre a todos los hombres y mujeres y que no se presenta como un simple discurso, sino como forma de sanación que, desde el arte sensible y generoso que ofrece otros puntos de vista, nos permite el reencuentro con nosotros y con el mundo.

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